Conocí de propia voz muchas de sus experiencias, y a pesar de que algunas ya las había oído, no por eso dejó de ser grato el saber cómo le había ido a cada uno en esta experiencia de labor social.
Aprendí a distinguir que cada proyecto es distinto, que cada uno tiene sus favores y desventuras y también que cada persona lo vive de manera diferente. Me gustó saber que no era la única que había padecido algunas dificultades en mi proyecto y que había más personas que igual que yo habían disfrutado esta experiencia.
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